No importaron todos mis viajes anteriores, desde que tomé la
decisión de ir a la India me asaltaron las dudas. ¿Qué tantos mendigos habrá en
las calles? ¿Cómo me impresionarán las multitudes? ¿Encontraré los animales que
voy a buscar?
A mi llegada a Delhi, no encontré mas mendigos de los que
había en Montevideo hace diez años, la gente me impresionó mas por su
tranquilidad que por estar en todas partes y vaya si encontré los animales que
fui a buscar. Durante mi primer día en el campo vi mas animales de los que
pensé podría llegar a ver en un mes y uno de ellos fue el Langur común o Langur Hannuman, llamado entelo en la
Enciclopedia de los Animales. Antes de verlo, quedé impactado por el gigantismo
del monumento al Dios Hannuman que había sobre el techo de un templo cercano a
mi alojamiento en Delhi. Este dios tiene mucho de humano, pero su aspecto es
mas bien el de un langur debido a la forma de sus labios y a su larga cola. Me
pregunté que tanto lo venerarían y la respuesta la fui teniendo durante todo el
viaje, porque Hannuman resultó ser el dios predilecto de gran cantidad de gente
que traté. No había que preguntar, simplemente las preferencias de cada uno
quedaban a la vista en las estampillas, collares, estatuillas y colgantes de
los taxis, camiones y rickshaws, templetes ante las casas, etc.
El langur común es el primate mas simpático del
subcontinente indio. Es bastante arborícola desplegando gran agilidad en las copas, pero
muy frecuentemente anda por el suelo, donde suele pasar mucho rato. Anda en
tropas y como siempre pasa en los monos, los juveniles dedican buen tiempo a
jugar. Estando en el Parque Nacional Bhandavghar, India, una vez pasé un rato
entretenido mirando jugar a tres jóvenes, o mas bien niños langures. Los
descubrí al notar que el ruido que producían a caer sobre el follaje siempre
provenía del mismo lugar, cosa que obviamente no sucede cuando la tropa de
monos va avanzando. Estaban jugando a tirarse unos encima de los otros, en
perfecto orden: ahora me tiro yo sobre uno de ustedes dos, luego tu sobre
nosotros dos y luego tu sobre nosotros dos. Una y otra vez, al que le
tocaba caer sobre los otros hacía el
mismo recorrido: daba un salto desde la rama flexible donde estaban, picaba
sobre una rama algo mas gruesa y con el impulso obtenido llegaba a un tronco
seco, el que trepaba hacia arriba unos tres metros asiénsose con pies y manos.
Desde allí se lanzaba sobre la rama frondosa donde estaban esperándolo los
otros dos.
Son muchos los simios muy ágiles entre las ramas, pero los langures
comunes ofrecen un espectáculo diferente y que no he visto en otros monos al galopar.
Muchas veces los vi espantarse, o mas bien quizás, jugar a estar espantados, y
emprender en tropel al galope. Como son
bastante grandes y de patas largas, realmente logran galopar con elegancia de
caballos. A veces exageran mucho los movimientos al saltar bastante alto antes
de volver a caer sobre las patas traseras primero y enseguida con las
delanteras a lo que se agrega que llevan su larga cola arqueada hacia adelante,
con la punta cercana a sus cabezas. Al verlos galopar así, mirando con
frecuencia hacia atrás y haciendo algunos de ellos cabriolas, es imposible no
creer que se diviertan mucho al hacerlo.
En el Parque Nacional Bardia, Nepal, estando
a la espera de que un tigre fuera a abrevar, una vez vi como un langur macho se
adentraba con precaución en un río, (donde había cocodrilos palustres) mirando
una y otra vez a cada lado al dar los primeros pasos en el agua. Primero anduvo
erguido, constituyendo una rara visión, porque al principio me costó
identificar de que animal se trataba. Luego pareció mantenerse caminando hasta
que ya ni en puntas de pie lograba hacerlo y después se lanzó a nadar. Salió a
la otra orilla triunfante y sin mucho apuro y se sentó a esperar que el resto
de su tropa lo siguiera. Pero pasó mucho raro, el sol comenzó a bajar y debí
abandonar la escena sin saber si el pobre tuvo que regresar o si fue seguido
por los demás.
Es muy conocido el mutualismo existente entre el langur
común y el ciervo axis o chital. Ambos tienen muy buena vista, a lo que se
agrega el olfato del chital y les sirve para avisar uno al otro la presencia de
tigres y leopardos en la zona. Los guías de naturaleza en India y Nepal están
siempre atentos a los sonidos de alarma de estos dos animales y cuando oyen
alguno de los dos permanecen buen rato quietos y en silencio para intentar ver
al tigre o leopardo que anda en las inmediaciones. El ciervo axis obtiene otro
beneficio del mencionado mutualismo al situarse bajo los árboles donde comen
los langures, ya que éstos, como buenos monos que son, dejan caer muchos trozos de fruta, los que son
inmediatamente comidos por los ciervos.
Una de las visiones mas lindas de la vida silvestre del
subcontinente indio, es para mi, ver una familia de langures en una muy
característica actitud: Estando todos trepados sobre una gruesa rama horizontal
se sitúan todos mirando en la misma dirección y con mucho contacto físico,
donde cada individuo queda mas o menos recostado en el siguiente de atrás.
El langur es uno de los monos cuyas hembras suelen cargar a sus bebes bajo su vientre. A primera vista tal posición parece riesgosa para la cría, porque queda muy próxima a las ramas cuando la madre se lanza de una a otra, pero por otro lado queda muy protegida al estar entre los cuatro miembros de su progenitora. En mi hospedaje cercano al parque Nacional Kanha, había mucha vegetación y era el punto elegido por una familia de unos quince langures para pernoctar cada noche.
Estos langures parecían disfrutar mucho del ruído que producían desde el alba, al lanzarse desde los árboles hacia el techo de lata de mi cabaña.
El langur es uno de los monos cuyas hembras suelen cargar a sus bebes bajo su vientre. A primera vista tal posición parece riesgosa para la cría, porque queda muy próxima a las ramas cuando la madre se lanza de una a otra, pero por otro lado queda muy protegida al estar entre los cuatro miembros de su progenitora. En mi hospedaje cercano al parque Nacional Kanha, había mucha vegetación y era el punto elegido por una familia de unos quince langures para pernoctar cada noche.
Estos langures parecían disfrutar mucho del ruído que producían desde el alba, al lanzarse desde los árboles hacia el techo de lata de mi cabaña.