domingo, 18 de enero de 2015

Cercopitecos





Foto: Gabriel Calixto

Parque Nacional Kruger, Sudáfrica,  setiembre de 2000.
 Camino por un sendero del campamento ¨Berg-en- dal¨, es mi primer día en África y me envuelve la sabrosa expectativa que todo naturalista siente al llegar a un nuevo continente. El  sol ha comenzado a bajar y las aves, todas nuevas para mí, van reanudando su actividad. La primavera está plena de sus cantos y la suave brisa trae el perfume de las flores; alguno de ellos, curiosamente, me retrotrae a la infancia.
Al llegar a la que será mi cabaña durante dos semanas, salen espantados del porche y de dos árboles cercanos unos quince cercopitecos verdes o monos vervet (Cercopithecus aethiops). Me han recomendado que tenga cuidado de no dejar objetos a su alcance ni por breves momentos. Ya de por si curiosos, los cercopitecos que habitan en los alrededores de los campamentos se vuelven ladronzuelos. Si bien buscan comida fácil, muchas otras cosas las retienen lo suficiente como para ser difíciles de recuperar por sus dueños. Me gustó mucho que fueran tan visibles y que permitieran ser observados desde muy cerca.
Hay machos, hembras, monitos de actitudes cómicas que corren y trepan tras sus madres, juveniles de distintos tamaños y el macho dominante, fácilmente reconocible por el vivo color turquesa de sus testículos. Unos andan por tierra comiendo pasto e insectos, otros deambulan por las ramas de los árboles. Otro permanece vigilando  los movimientos de la gente.
El cercopiteco verde es muy abundante en gran parte de África al Sur del Sahara y junto con el babuino, es el mas fácil de ver de los primates en el Sur del continente. Su hábitat preferido son las sabanas arboladas y sobre todo los bosques que bordean las márgenes de los ríos y arroyos. 

Foto: Gonzalo Nión

Este era mi primer grupo, pero habría cercopitecos en muchas de las mas hermosas escenas pobladas de animales que he tenido  en África. También será un casi seguro acompañante en los campamentos y si se tiene la precaución de no dejar abierta la carpa o cabaña y de no dejar objetos a su alcance, su presencia será muy disfrutable por la viveza de sus expresiones faciales, la gracia de sus movimientos y las actitudes de su vida comunitaria.
Estando en la Reserva Samburu, Kenia, nuestro campamento se encontraba a la sombra de un grupo de árboles de poca altura, en medio de la sabana poblada de acacias y otros arbustos y no lejos del río donde había una vegetación bastante frondosa  de altos árboles. Nuestra cocinera llevada una honda colgando del cuello y estaba por preguntarle para que la tenía, cuando sin dejar de conversar conmigo se la descolgó y apuntando rápidamente lanzó una piedra que dio con precisión en el lomo de un cercopiteco que se había aproximado demasiado a los cubiertos que se secaban al sol.

Foto: J.C.G.


 Conforme con el tiro, rió fuertemente y sacudiendo la cabeza dijo: ¡son simpáticos, pero hay que mantenerlos a raya!
Otra especie de cercopiteco con que el viajero se encuentra, sobretodo en el Este y centro de África,  es el llamado mono azul (Cercopithecus mitis). Tiene varias subespecies entre las que existe gran variedad de pelajes que pasan de un gris plomizo al negro y dorado, pero que siempre tienen una banda blanca o de color claro, recta, a la altura de las cejas. La subespecie mas austral es el llamado samango, es relativamente escaso, o al menos difícil de ver y se parece mucho al cercopiteco verde o mono vervet. Pero es bastante mas grande que la especie anterior, tiene los brazos oscuros y la cola negra.
Busqué bastante a este mono en Kwazulu-Natal y en Mozambique, pero las primeras veces no llegué mas que a ver movimiento de ramas y a oírlo. El primero lo encontré sobre una baranda en el Parque Provincial Hluhluwe-Umfolozi y si bien es parecido al cercopiteco verde lo hallé mas atractivo. Pero donde pude ver muchos de estos monos fue  en las selvas de Uganda y Congo, dado que es básicamente una especie forestal. Esos monos azules, de la subespecie propiamente azulada, son muy lindos. En el interior de la selva, su color general plomizo luce a veces un tono azulado que contrasta fuertemente con la línea blanca que constituye una ampliación de sus cejas. En mis caminatas por la selva nunca pasó mucho rato sin que se dejara ver algún grupo de estos monos y varias veces los vi en la cercanía inmediata de monos de cola roja, colobos de Abisinia, colobos rojos y mangabeys de mejillas grises, pudiendo decirse que componían una misma tropa multiespecífica de primates, lo que constituye un muy interesante espectáculo.

Volcán Mikeno, uno de los Montes Virunga.

En los Montes Virunga habita otra subespecie  del mono azul que se llama mono dorado. Se trata de un bello animal, que si bien mantiene las mismas proporciones que las otras razas geográficas, a primera vista, en la selva, se lo ve tan distinto a los demás monos de la especie que uno pensaría que no merece tratarse de la misma. Su pelaje es predominantemente negruzco, pero su tronco, mitad anterior de la cola, mejillas y la franja de la frente son de un vivo color dorado.
En el Parque Nacional Mgahinga Gorila se organizan caminatas para el avistamiento de este simio. Vive en los mismos volcanes que el gorila de montaña, pero habita a menor altura en sus laderas, sobretodo en la zona donde hay extensos cañaverales.
Participé en una de esas caminatas y fue una muy linda experiencia. Al rato de haber emprendido el ascenso comenzó a soplar un viento bastante fuerte y  supuse que se veían reducidas nuestras probabilidades de encontrarlos, porque el ruido que producen los monos al desplazarse a los saltos en los árboles es muy útil para ubicarlos desde cierta distancia.

Mono dorado. Foto:Michele Ragazzini

Efectivamente, nuestro guía nos explicó eso mismo y añadió que en esta ocasión para encontrarlos dependería casi exclusivamente de los restos de alimento vegetales que los monos dejan. Yo casi había perdido las esperanzas de estar frente a estos  animales cuyas fotografías habíamos apreciado en el centro interpretativo del parque, pero una caminata en un espacio natural es siempre buena. Al principio seguimos un trillo que ascendía el Volcán Mgahinga, pero luego  al llegar a la zona de mas denso cañaveral, comenzamos a seguir a nuestro guía en un trayecto zigzagueante por entre las matas de caña. Al moverlas el viento y entrechocarse unas con otras  producían bastante ruido. Ya estábamos a punto de volver, cuando el joven guardaparque encontró lo que para él eran claras señales de restos de alimento de los monos, comenzó a seguirlos y unos minutos mas tarde llegamos a donde había un grupito. El mismo viento que nos había perjudicado al tapar los sonidos de sus desplazamientos, ahora nos favorecía, porque escapando del zarandeo de las cañas, los monos dorados estaban en la parte media de la vegetación. Acostumbrados a las visitas, permitieron que nos acercáramos mucho, llegando a tenerlos a menos de tres metros de distancia.

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