domingo, 4 de enero de 2015

Colobo rojo ( Piliocolobus oustaleti)








Parque Nacional Kibale, Uganda.
Por la tarde, luego de un chaparrón, las mariposas cola de golondrina que son de un color turquesa resplandeciente a rayas negras, otras mariposas naranjas y unas muy grandes amarillas se vieron especialmente activas en un claro de la selva.
En solo dos horas y media de caminata vimos varios grupos de monos, generalmente compuestos por mas de una especie, cosa muy común en la selva ecuatorial africana. En determinado momento, notamos movimiento en el follaje de varios árboles y nos dimos cuenta de que teníamos delante una gran tropa de monos. Al acercarnos con cautela, vimos primero cefos (Cercopithecus cephus ascanius) enseguida se dejaron ver colobos rojos y al lado de ellos mangabeys de mejilla gris (Lophocebus albigena). Es muy difícil contar monos cuando están en movimiento, dado que son muy ágiles y cambian de lugar constantemente, pero sin duda se trataba de al menos  cincuenta.
El colobo rojo es una especie que presenta muchas subespecies y la que me tocó ver, P.oustaleti  tephrosceles , que es la que habita la zona situada mas al Este, es la que presenta menor cantidad de color rojizo en su pelaje. En efecto, se trata de monos grises sin otra marca particular que un color rojizo bastante fuerte en la frente y parte alta de la cabeza.


Me llevaron a ver el resultado de un feliz emprendimiento que consistió en recuperar la selva en mas de tres mil seiscientas hectáreas. Esa área había sido deforestada muchas décadas atrás y tras la desaparición de los árboles toda la superficie fue invadida por el ¨pasto elefante¨ que impedía el crecimiento de nuevos árboles.
Fueron contratados cientos de aldeanos con el fin de obtener semillas de la selva cercana y hacer un vivero. Cuando los arbolitos contaron con cierta altura los trabajadores hicieron pequeños claros en el pasto y los plantaron allí. Visité el lugar a solo quince años del fin de esos trabajos y era maravilloso ver que la selva pudo ser reconstruida en tan poco tiempo. El estrato dominante ya tenía mas de diez metros de alto, había gran variedad de enredaderas en flor y entre ellas abundaban las mariposas. Los presencia de monos y las muchas aves que había, así como los elefantes de selva, cuyas huellas había por allí, se encargaban de seguir incorporando mas  semillas a esa área renovada.
Los cantos de las aves al amanecer  siempre nos traen promesas de un nuevo día de encuentros con animales. En Kibale los cantos de los pájaros eran tantos, que no pude oir las típicas sacudidas a las ramas que hacen los monos al saltar sobre ellas en sus desplazamientos. Por eso descubrí aquella tropa de cuarenta colobos rojos cuando ya estaba muy cerca de mí. Estaban muy activos en tanto buscaban su alimento, que son las hojas mas tiernas y nuevas de los árboles. Con  los largos saltos que daban, el ver a las madres cargando a sus bebés, los  pequeños que ya andaban solos y que a veces se peleaban o jugaban a hacerlo, la observación de esa tropa constituyó un lindo comienzo de jornada.


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