Langur Nilgiri (Trachypithecus
johnni ), langur de capucha (Trachypithecus
pileatus)
La muy sinuosa y angosta ruta que va de Kochi, en la costa
del Sur de la India, a Kumily, en la falda de los montes Western Ghats, no
tenía ciento cincuenta metros sin presentar una curva cerrada. Los bocinazos,
tan propios de los conductores indúes, anunciaban el pasaje de cada vehículo en
cada curva. Quizás algunos fueran oídos al ser mas fuertes que la música
imperante en cada camión, auto y en el bus en que me transportaba.
Transitamos por hermosos paisajes de montaña, que me
recordaron los de la selva atlántica brasileña. Dominaba la Selva Malabar, que
se extiende como una angosta franja en suroeste de la India y que constituye uno
de los hot spots mas importantes del mundo.
En cierto feliz momento, la ruta se hizo mas angosta
aún y comenzamos a transitar bajo la
sombra de enormes árboles y vegetación muy verde. Árboles magníficos, de muy
gruesos y cilíndricos troncos, salvo los higuerones, que eran los mas grandes
que había visto hasta entonces y desee que ese paisaje continuara hasta el
Parque Nacional y Reserva de Tigres Periyar.
Durante casi todo el viaje de seis horas, las plantas
epífitas lucían marchitas, dado que era plena estación seca, pero en la última
hora comenzaron a aparecer en su plenitud, claro indicio de que la Selva
Malabar es siempre verde.
Me dirigía a Periyar en busca de varias de las especies
endémicas de animales, y con la mirada, desde la ventanilla busqué la presencia
de monos, sin lograr verlos.
Kumily, el pueblo situado a las puertas de Periyar estaba
rodeado de cultivos de café de sombra, quizás el mejor uso del suelo para el
lugar, dado que el país tiene mil ciento
cuarenta millones de personas. En ese tipo de cafetal, el café ocupa o forma el
sotobosque, en tanto que se mantienen casi todos los árboles de gran porte y
por ello, para el poco obsevador, el cafetal de sombra pasa por selva virgen.
Al alba fui despertado por los gritos fuertes, aunque nada
estridentes, puesto que eran como un ulular, de algún simio. Pregunté cual lo
produciría y me dijeron que eran los langures Nilgiri.
Decidí ir a buscarlos y luego del amanecer salí a caminar por una plantación de pimienta
y café que comenzaba a sesenta metros de mi alojamiento. El primer mamífero que vi fue una ardilla
gigante Malabar, de mas de un metro de largo, luego, sobre unos árboles un
grupo grande de macacos de bonete y a cien metros de ellos mi primer grupo de
Langures Nilgiri. Negros, con pelo largo y gris en la cabeza, eran muy
evidentes al estar sobre un árbol casi pelado, al que le comían sus brotes.
Estos langures son por completo arborícolas y mucho mas desconfiados que los
comunes. En días subsiguientes vi muchos grupos mas, pero raramente se dejaron
acercar a menos de 15 metros y eso cuando se sentían protegidos por el follage
que se interponía ante nosotros. Por eso no pude obtener ni una sola fotografía
mas o menos buena de estos monos que me parecieron un poco enigmáticos. Si bien
eran abundantes dentro del área protegida y alrededores, se trata de una
especie muy cazada puesto que se cree que su sangre tiene propiedades
medicinales. Había leído sobre eso, pero también me lo dijo un niño que se me
juntó cuando observaba ese, mi primer grupo de estos langures. Mientras los
observaba me contó como debía hacer yo para usar la sangre de uno si algún día
tenía problemas de salud.
Los langures de capucha se parecen un poco a los comunes,
pero si bien tienen un tinte grisáceo en las partes superiores, mas oscuro
sobre la cabeza, en la inferiores presentan un color que varía entre el
amarillento, el naranja y el dorado según las poblaciones. La cola de los
machos es casi negra en su tercio distal.
Se trata de una especie también muy arborícola y por tanto
la mayoría de las veces pude descubrir la presencia de grupos de estos monos
debido al sonido que producían al lanzarse desde unas ramas a las otras. Los encontré en varios parques nacionales del
Estado de Assam, en la India. También tuve la suerte de poder visitar el Parque
Nacional Royal Manas en Bután y observé que allí estos langures tienen las
zonas ventrales de un color dorado intenso, debiendo fijarse uno muy bien de
que especie se trataba porque a primera vista parecían langures dorados, otra
especie casi endémica de ese país. Lucían hermosos sobre ramas horizontales en
muy altos árboles situados sobre las empinadas laderas boscosas que bordean al
espectacular río Manas, que nace en el Tíbet y transporta sus muy claras aguas
rumbo al anchísimo Bramaputra.
Al igual que pasa con los demás langures,
también los niños langures de capucha parecen dedicar mucho tiempo a jugar a
cazarse unos a otros, a pelearse amigablemente, y a lanzarse unos sobre otros,
habiendo siempre alguno un poco ofendido luego de un rato de jugar.
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