Monte Elgon. Kenya, agosto de 2010.
Traspasamos la apretada vegetación de acacias parasol y nos adentramos
de un momento a otro en el oscuro bosque de montaña.
Éste estaba compuesto por
árboles de hasta cincuenta metros de altura, entre ellos grandes cipreses y las mas altas Euphorbias que he visto, lo que
daba a ese bosque la apariencia de ser una mescolanza de floras. A los pocos
minutos de haber entrado en la espesura, se manifiesta repentinamente un inesperado
movimiento de blancas figuras difusas a media altura en el ramaje. Unas van
hacia arriba, otras hacia abajo cayendo en diagonal, alguna se aleja. Al
aquietarse me doy cuenta de que ese despliegue lo constituyó un grupo de los
espectaculares colobos de Abisinia,
también llamados guereza y también colobos blancos y negros.
Foto: Krissie Clark
No lejos de allí había un ejemplar macho solitario que lucía muy bien
su hermoso pelaje. Se desplazaba en cuatro patas sobre una rama horizontal de
un gomero, desde cuyas ramas caían gruesas
raíces que las afianzaban al suelo. El enorme árbol no solamente era el mas
alto de los alrededores sino que ocupaba una gran superficie.
Estos colobos eran de la subespecie que habita los bosques nublados de
las montañas del Este de África, para mi la mas hermosa, dado que su pelo es
muy largo y tupido. Es observando la cola que más fácilmente puede
diferenciarse de los colobos que habitan la selva de llanura, porque los de
montaña la tienen totalmente blanca y es mas pomposa.
En la oscuridad del bosque, el negro de sus cuerpos había pasado casi
inadvertido, llamándome la atención las amplias zonas blancas de largos pelos,
especialmente llamativos en la banda que recorre el borde de sus espaldas y en
su espesa cola.
Supuse que por pura casualidad había tenido la suerte de encontrar a
estos magníficos monos, que siempre consideré los mas hermosos del mundo, pero
es una especie común y volví a verlos muchas veces.
Por la ruta entre Monte Elgon y Kakamega cruzamos varios chicos que
vestían túnicas blancas de muy ligera tela, algunos de ellos tenían las caras
pintadas de blanco. Uno llevaba una piel de colobo guereza extendida sobre su
espalda y un rato después pasamos a otro que la llevaba sobre su cabeza. Algunos de ellos iban trotando a pasos exageradamente
abiertos y eran perseguidos por grupitos de personas, sobre todo mujeres
jóvenes que se burlaban de ellos.
Foto: Krissie Clark
Esos chicos estaban pasando por el ritual de la circunsición. Al
preguntar por que tenían pieles de colobos, me dijeron que era porque la disposición
de la franja de pelos blancos de la espalda de esos monos se parece a la forma
del glande del hombre y debía ser usado durante el ritual.
Algunas veces, la existencia de parques nacionales fronterizos entre
dos países logra mantener una importante superficie protegida. Tal es el caso
en la frontera del Congo y Uganda a la altura de los Parques Nacionales Virunga
y Queen Elizabeth, donde la superficie protegida es muy grande y se disfruta de
extensas vistas donde reina el África salvaje.
Cruzaba esa frontera a pie y al transitar por el corto puente sobre el
Río Ishasha, poblado de selva en sus márgenes, divisé un colobo guereza que,
sentado sobre una rama, me miraba con gran interés. Me detuve, lo saludé y
emitió unos sonidos agudos. Inmediatamente las ramas se movieron y quedaron a
la vista ocho ejemplares mas.
El río era muy angosto, pero como suele suceder, cada tanto se
ensanchaba en lagunones en los que había decenas de hipopótamos. Recorriendo al
mediodía uno de los tramos mas angostos del río, que estaba bendecido por la
fresca sobra que proporcionaban altos árboles, noté que un árbol tenía algo así
como frutos blancos, alargados, con
forma de bolos que colgaban de las ramas mas tupidas. Me fui acercando, hasta
que me di cuenta de que esos ¨bolos¨ eran peludos y constituían las colas
colgantes de un grupo de colobos que dormían la siesta. Quise retirarme sin
perturbarlos, pero los monos oyeron mis pisadas en la hojarasca y esa bella
escena se deshizo, saltando monos en
todas direcciones. Una vez mas pude ver el hermoso efecto que hace el largo
pelaje de los colobos guereza cuando saltan hacia abajo. Durante la caída, los
largos pelos blancos de la espalda se
despliegan y junto con el grueso pompón blanco de la cola crean un
espectáculo breve, pero que es de las cosas mas lindas de ver en la selva
africana.
Foto: Krissie Clark
Otra especie de colobo de pelaje negro y blanco es el colobo de Angola ( Colobus angolensis), especie que tiene
una distribución bastante amplia en
África tropical.
Por la ruta que va de Arusha a Dar es Salaam se pasa por muy
interesantes paisajes. A nuestra derecha pasamos los montes Usambara cuyas
paredes abruptas tenían una verde vegetación boscosa que contrastaba con el
pardo amarillento de la sabana. A nuestra izquierda y por horas, tuvimos la
Meseta Masai. Mirando en lontananza pensaba en lo maravilloso que era que un
lugar así pudiera continuar siendo salvaje ya bien entrado el siglo XXI.
Colobo de Angola, acuarela
Al pasar por la selva marginal del Río Wami, vimos varios colobos de Angola que estaban sentados sobre unas ramas que se proyectaban un poco sobre
la carretera. Me llamó la atención la extraordinaria largura de los mechones de
pelos que saliendo de sus hombros llegaban a cubrir buena parte de sus brazos.
Su cara negra estaba bordeada de blanco, sobresaliendo amplios mechones de
tupidos pelos blancos en sus mejillas. Mi acompañante me comentó que había hecho muchas veces ese tramo de la ruta pero que era la primera vez que los veía. La observación de los animales en libertad tiene algo de lotería, con la diferencia de que se gana con mucha frecuencia.
J.C.Gambarotta Gerona
J.C.Gambarotta Gerona
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