lunes, 1 de junio de 2015

Mono ardilla (Saimiri oerstedi)






Parque Nacional Manuel Antonio, Costa Rica, 1997
Manuel Antonio es un pequeño, pero muy bello parque nacional que está situado sobre la costa del Océano Pacífico.
La ruta, extraordinariamente llena de pozos que tomamos  desde Carara, comenzó con pintorescos paisajes tropicales, donde alternaban selva, casitas, bananos y cebúes. Luego, la escena se hizo monótona al aparecer a ambos lados extensas plantaciones de cocoteros y bananas, viéndose muy poca gente. Debimos pasar por varios puentes que necesitaban mantenimiento, puesto que sus tablas se movían con al pasar el bus y amenazaban salirse de su posición. 


Bajamos en Quepos, que era un pequeño puerto y allí tomamos otro bus para recorrer los últimos siete kilómetros. Dejamos el bus muy cerca de una playa donde había música, sombrillas y  barcitos. Caminamos unos cientos de metros por la arena y al llegar a la desembocadura de un arroyito que desaguaba un manglar, debimos quitarnos el calzado y subir a un bote que por suerte encontramos allí, dado que había comenzado la marea alta y el desaguadero estaba profundo. Ya del otro lado agradecimos la existencia de esa mínima dificultad que presentaba ingresar al parque nacional, porque el ajetreo  y su ruido habían quedado atrás y la mañana recuperó la armonía propia de los espacios naturales.


Al poco rato de haber llegado a la administración del parque, aparecieron doce  monos ardilla, llamados monos tití en Costa Rica, puesto que es la menor de las especies de simios de ese país. Se trataba de la subespecie S.o. citrinellus endémica de la región costera del Pacífico Central del país y por tanto casi endémica del Parque Nacional Manuel Antonio, considerando que casi todo el resto de su distribución ha sido muy modificado.
Estos hermosos monitos, aparte de contar con los ¨lentes¨ claros propios de los monos ardilla, que bordean sus ojos, presentaban un llamativo  color leonado en sus flancos. Se mostraban muy interesados en recorrer las ramas cercanas a las oficinas del parque y permitieron que me acercara hasta a cinco metros de los que estaban mas próximos.


 Al ver su simpatía comprobé el por qué se los buscaba para ser mantenidos como mascotas, cosa que lamentablemente contribuyó a que pasaran a la lista de especies en peligro de extinción. Manuel Antonio es un parque nacional muy chico y ojalá la gente entienda que los monitos tienen derecho a existir en paz, tanto dentro como fuera del parque, en las áreas arboladas que aun quedan.



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